9 de octubre de 2016

Cerdos




Nadie miraba.
La niña no sabía,
no podía saber.
Era sólo una niña.

Una mano muy sucia
deslizándose
entre sus piernas.

Otra mano asquerosa
manoseando
sus infantiles senos.

Después...
ya no recuerda.
No puede.
No quiere.

Muchas más niñas
tras esa niña
y antes de la niña...
que no saben.
Que no pueden saber.

Son sólo niñas
que ríen
en su ignorancia
mundos azules.
 
Y él sigue allí.
Niña tras niña.
Matando infancias.
 
Él sabía.
Él sabe,
aunque no quiera saber.


(Poemario: " No es lugar éste para vivirlo")